HISTORIA
Con la llegada de los españoles, los cambios se dieron incluso
en la ropa, pues la influencia extranjera modificaba la vida cotidiana.
Se dice que el origen de los bordados provienen del mantón de
Manila (capital de la colonia española de Filipinas), pero ésta a
su vez tuvo sus inicios en China, es por ello que podemos considerar que
el traje es resultado de una combinación de culturas.
La técnica de los bordados en seda fue retomada en
Andalucía, donde estas alegorías se cambiaron por
motivos florales, que son los que influyeron directamente la elaboración del traje de tehuana. Además de ello,
se introdujeron los holanes provenientes de Holanda (de ahí el
nombre), para darle mayor elegancia al traje.
Esto no sólo sucedió en el caso de
la indumentaria, pero con respecto a ésta se
puede decir que aquellos elementos que se han adoptado, han contribuido al enriquecimiento del traje típico,
el cual se convirtió en la segunda década del
S. XX, en un ícono nacional. De hecho, la mayoría de
los artistas plásticos de la primera mitad del S.
XX, interpretaron en al menos una ocasión a
la mujer istmeña.
Ya en el siglo
XX, principalmente desde 1920,
la tehuana se convirtió en uno de
los temas predilectos de pintores y escultores de México y
el mundo. En la segunda década de dicho siglo, Saturnino Herrán pintó su cuadro ‘La Tehuana’,
en el que aparece vestida de fiesta. También en
los años 20, fue Diego
Rivera quien la llevó al lienzo y a
los muros, tras una visita a Tehuantepec.
Rivera utilizó la imagen de la tehuana como un símbolo de
lo mexicano. Él viajó al istmo en 1922,
por orden de Vasconcelos después de
su regreso de Europa y empezó a representarlas. A
partir de ahí, más artistas también lo hicieron. Entre
ellos,
la fotógrafa italiana Tina Modotti, quien trabajó muy
de cerca con los muralistas, en especial con Rivera.
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Foto hecha por Tina Modott "Two Women from Tehuantepec" |
En la serie de fotografías que realizó Tina Modotti en
1929, al viajar al Istmo, nos presenta escenas cotidianas,
en las que muestra a mujeres que se ganan la vida trabajando.
En ellas vemos el ambiente pobre que de alguna manera desmiente la exuberancia de
la vida en el Istmo representada por la mayoría de
los artistas de ese momento. En este sentido, su serie de Tehuanas la ubicamos en
el marco de la cotidianidad más allá del interés por
su belleza o sensualidad como se hizo en general en
las representaciones de la época en otros campos del arte
como la pintura, enfatizando así el papel de la mujer tehuana como trabajadora y líder de
la sociedad.
El etnólogo Walter Scott, activo en México de 1904 a
1920, también registró a las tehuanas pero de una
forma más cálida y expresiva. Y por su parte, ‘Foto Estudio
Jiménez’, de Juchitán, ha dejado uno de los mejores registros de
la indumentaria local. Sus trabajos comprenden desde los
primeros años de la década de los treinta hasta los últimos de
los cuarenta. Estos trabajos dan cuenta de las transformaciones de
la indumentaria istmeña.
El traje llamó tanto la atención de la
sociedad que figuró en el billete de diez pesos emitido en
el año de 1938, como parte de una política nacionalista de Lázaro Cárdenas.
Fueron ellas, las tehuanas, las que con sus huipiles, faldas y ahogadores hicieron que
las voltearan a ver. Serguéi Eisenstein, cineasta ruso,
por ejemplo, fue atraído por la belleza y pintoresca actitud de
la Sandunga.
Los textiles que envuelven a estas mujeres son especiales:
el huipil es de procedencia prehispánica, el enredo se usó desde el
siglo XIX y las faldas se han confeccionado con distintos materiales importados,
al igual que el holán de procedencia europea.